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Iniciación al universo bonsái

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Iniciación al universo bonsái

 

Bienvenido. Si te has interesado en la iniciación al mundo de los bonsáis es poco probable que seas un experto en su potencialmente complejo universo y cultura, no te preocupes, empezar a disfrutar de estos pequeños trozos de naturaleza es algo muy sencillo y unos pocos consejos junto con el bautismo inicial al adquirir uno, serán más que suficientes para que te pique el bichito y a partir de ahí tú mismo querrás crear tu propia escena que será única e inimitable.

Riego del bonsái


Para el riego de un bonsái prima el sentido común, se regará el bonsái sólo cuando el bonsái lo necesite. Si lo regamos demasiado podría ahogarse. Resulta muy sencillo e intuitivo, lo regaremos cuando la superficie de tierra del recipiente esté seca. Este será el momento ideal para regar a nuestro amigo, cuando tenga sed.


Es lógico que aplicando esta regla se le riegue más en verano y menos en invierno debido a la mayor evapotranspiración en los calores veraniegos que provocará que con más frecuencia notemos o veamos la tierra seca, pero basta con recordar la primera premisa sin mayor complicación.


No se pueden dar en ningún caso consejos tipo: “riégalo cada día” o “riégalo una vez cada 3 días”. Esto dependerá de muchos factores (humedad, temperatura, estación…).


Para regarlo utilizaremos una regadera con una rosa de agujeros muy finos de tal manera que no dañemos el sustrato hasta empapar toda la tierra y el agua salga por los agujeros de drenaje.

Sustrato y abonado del bonsái


Los bonsáis suelen vivir en tierras granuladas como la Akadama, una tierra japonesa de color amarillento especial para bonsáis, mezclada con un drenaje como arena de río o tierra volcánica. La proporción puede variar dependiendo de la especie pero generalmente se aplican ambas al 50 %.


El abonado no ha de realizarse en invierno ni en momentos extremos del verano, procediendo pues en épocas más suaves y favorables de otoño a primavera, tampoco cuando haya pasado por situaciones de estrés y/o enfermedad o inmediatamente después del transplante.


La filosofía es: no intentes curar a tu bonsái atiborrándolo a alimento, no funciona, dáselo cuando esté en las mejores condiciones para aprovecharlo.


Trasplante del bonsái


Las raíces de los árboles crecen. Debido a esto se ha de trasplantar cuando nuestro bonsái lo necesite, cuando las raíces ocupen la totalidad de la maceta y la saturen formando ovillos en los agujeros de drenaje. La sintomatología que nos indicará la necesidad del trasplante será la progresión en la dificultad con la que el agua se infiltra en la maceta y la excesiva acumulación de ovillos y raíces.


El tiempo más favorable para el trasplante es justo después del letargo invernal, en el periodo de crecimiento del árbol y para realizarlo prepararemos todas la herramientas necesarias para tenerlas a mano.


Poda y pinzado del bonsái


Aquí es donde tu imaginación y tu creatividad empiezan a pedir rienda suelta y es la causa de que la afición por los bonsáis resulta tan deliciosamente divertida y gratificante, moldear un ser vivo y hacerlo único y tuyo es una experiencia incomparable, tanto el proceso como los resultados, dinámicos ya que la creación de un bonsái nunca se detiene.


La poda trata de dirigir la formación del árbol, eliminando ramas defectuosas (las que se cruzan) o innecesarias.

La mejor época para podar es hacia final del invierno ya que el árbol está en reposo y no les sale tanta savia por las heridas para ello utilizaremos herramientas para bonsáis de corte cóncavo, si las heridas son muy grandes habrá que sellarlas con una pasta especial.


Llamamos pinzado al recorte de las ramas finas de los bonsáis, a diferencia del podado el pinzado se realiza también en época de crecimiento. El tipo de pinzado depende de la especie y del género pero el objetivo será siempre el mismo: aumentar la densidad del follaje y disminuir el tamaño de la hoja.

…y por último


Es muy fácil empezar, apasionante aprender, nunca aburren porque nunca puedes llegar a saberlo todo, tan complejo como quieran hacerlo los más expertos… son entre muchas de las bondades de una afición milenaria que ofrece comunión con la naturaleza, paz, relajación y la gratificación de cuidar un ser vivo, darle forma y hacerlo una obra única, cambiante y en constante crecimiento… y es que además su belleza encandila y amaina el alma.